Hace más de dos siglos es venerado San Rafael de la Pedrita por los lugareños de la encantadora y pintoresca localidad de Niquitao perteneciente al Estado Trujillo, debido a un descubrimiento realizado por Victoriano Matheus, un famoso habitante del poblado en el siglo XVIII.
Un breve resumen de esta interesante historia cuenta que Victoriano Matheus se encontraba en su faena diaria y transitaba un camino con su mula en San Lázaro, cuando de manera inesperada el asno hizo una parada en plena montaña y no siguió avanzando. El hombre se percata que con una de sus patas removía la tierra, al observarlo se descabalga y ve una pequeña piedra, que difícilmente logra ver la figura de un santo, la toma y la guarda en su bolsillo. Al llegar al poblado de Niquitao, le cuenta la historia al sacerdote Juan Evangelista Valero, párroco de la localidad para ese momento, el cura escuchó atentamente, detalló muy bien la piedra y le dijo a Victoriano que en ella estaba grabada la imagen del Arcángel San Rafael y que se encargara de divulgar su fe entre todos los lugareños y posteriormente sería adorado y venerado con gran fervor.
Su devoción empezó a expandirse por todos los rincones gracias a sus maravillosos milagros, y los creyentes con sus velas y procesiones pagaban los milagros recibidos, una costumbre que aún se mantiene viva.
La devoción a San Rafael de la Piedrita con el paso del tiempo se estableció y se fijo en el corazón de cada uno de los habitantes de la comunidad, el sacerdote de Niquitao, Francisco Viloria, le dijo a la familia que tuviera la figura religiosa que la dejaran bajo el cuidado de la iglesia para adorarla según las reglas y costumbres de la iglesia católica; a partir del año 1941 se siguió con esa costumbre religiosa.
En la actualidad, este fervor se ha arraigado mucho más y sigue reafirmando la creencia entre los lugareños de Niquitao, quienes llamaron a San Rafael de la Piedrita como su copatrono.