Una de las preparaciones más arraigadas dentro de nuestra cocina venezolana y que adornan las mesas en las celebridades decembrinas son indudablemente las hallacas. El término Hallaca es originario del guaraní y deriva del vocablo Ayúa o Ayuar que quiere decir Mezclar o Revolver; de estas palabras se sospecha que Ayuaca sea algo mezclado, que por alteración linguística se catalogó como Ayaca. Otra interpretación es que proviene de alguna lengua aborigen de la región occidental de nuestra tierra, que se refiere a Bojote o Envoltorio.
Comenzando por su envoltorio realizado con las famosas hojas de plátano hasta los elementos que decoran y conforman su exquisito guiso, conduciéndonos por su ingrediente principal, mejor conocido como la masa de maíz pintada con el onoto; sin lugar a dudas es la hallaca la manifestación más evidente del mestizaje del venezolano. Cada uno de sus componentes tiene su historia: empezando por la hoja de plátano, la cual era utilizada por los indios americanos y por los negros africanos; al desnudarla, nos impresionamos por la maravilla de la masa de maíz dorada que nos deslumbra a primera vista; mientras que en su interior, se puede observar la llegada de los españoles al territorio venezolano, debido a las deliciosas carnes de res, cerdo, gallina, alcaparras, pasas, aceitunas y más, todo minuciosamente picado, guisado y cuidadosamente extendido hacen posible un producto final divino y fascinante que derrite paladares.
Sin darle mayor importancia a la procedencia de esta palabra, la hallaca posee cien por ciento el sello venezolano, por su elaboración y nombre, es simplemente orgullo nacional, sin ningún tipo de distinción, anualmente, es parte de la mesa navideña de los hogares de venezolanos.