A partir del año 1963, nació una tradición en la época decembrina, donde todos los venezolanos, en especial los caraqueños, disfrutan cada primero de Diciembre del encendido de la Cruz del Ávila, símbolo que marca el comienzo de las celebraciones navideñas en la ciudad capitalina; una excelente labor que llena de satisfacción a los trabajadores de la Electricidad de Caracas.
Esta maravillosa tradición se hizo posible gracias al ingenio del gran Ingeniero Ottomar Pfersdorff, en ese entonces empleado de dicha empresa venezolana, quien con la maravillosa ayuda de otros trabajadores consiguió mantener encendidas las luces del renombrado y prestigioso Hotel Humboldt con la finalidad de cautivar la mirada de todos los venezolanos con la singular imagen de una cruz cristiana que medía aproximadamente unos 30 metros de altura.
Actualmente, esta extraordinaria y majestuosa Cruz del Ávila, la cual posee unos 37 metros de altura y unos 18 metros de ancho, se encuentra situada a nada más y nada menos que a 1.530 metros sobre el nivel del mar, específicamente en el Cerro Papelón, perteneciente al Parque Nacional Waraira Repano, y además está conformada por 144 bombillos ahorradores.
Al caer la tarde, a partir de las seis de la tarde, cada primero de Diciembre, pobladores de La Pastora, San Bernardino y demás parroquias capitalinas, han mantenido viva tan hermosa tradición al subir esta magnífica montaña para celebrar en compañía del hechizante ritmo de los tambores y deliciosas comidas de este representativo ícono venezolano.